Fluirá la noche líquida del mercurio de todos los espejos que un día te reflejaron. Será la noche del color del olvido y entonces no habrá palabras. Las cenizas y el polvo reservados desde el comienzo de la tierra se unirán conformando la sombra de tu cuerpo. Desde el centro se levantará el abismo del silencio y un fuego frío será el destino de la distancia. Tus antiguos ritmos de gestos enlazados serán transformados en un pétalo o en el murmullo de un riachuelo o en el silencio inmóvil de un árbol. Y se conjurarán las magias ancestrales y un verbo impronunciable como un beso te llevará hasta las raíces de los metales. El sol ya no te deslumbrará porque no habrá mas espacio para el tiempo. Sentirás como un presentimiento la llegada del alba lenta eterna como una revelación renovada.
Hay una maquinaria imprecisa y constante
Hay una maquinaria imprecisa y constante que esparce cristales apagados día y noche y sin que nosotros lo sepamos silenciosamente entretejen y conforman un espejo imposible desde donde somos inversos paralelos presos ignorantes. Un día esa máquina se nos detendrá y todos los cristales arderán en un instante para ser la imagen del nombre que hemos llevado efímera apoteosis en el espejo del tiempo mientras caen nuestros párpados estrepitosamente hasta el fondo de las miradas en que hemos sido.
Olvisiones Un cuerpo a cuerpo con las ruinas, una lucha como lluvia que ya es ajena, un vestigio de cenizas en la memoria. No es el olvido, son los restos naufragados en el tiempo, es una historia personal, inmediata, desde otro espacio roto en visiones Tan solo son sueños de piedras destrozos sendas entre lo blanco y lo oscuro un resurgir de miradas heridas el conjuro de una magia Retornos de la sangre en gestos enigmáticos La cifra de la derrota en pérdidas indescifrables Una palabra sin labios
Desde un abismo roto oímos arder al tiempo con los ojos cerrados inmóviles sentimos la vida que se nos va por una herida abierta y el aire que respiramos nos desgasta. Por la piel caminan unos dedos tocando suavemente el velo de nuestro cuerpo aferrándonos intentando contener las hojas que se nos caen como una lluvia ajena sobre nuestro rostro dormido cuando una voz emerge fragmentando las máscaras que hemos sido y nos desnuda el alma y enciende fuegos nuevos mientras somos sólo una estructura cristalina un esbozo de todo lo que quisimos ser y ya nunca seremos.
De repente te ví alejarte y sentí un vacío frío por las lindes de la distancia. Tu rostro se torno antiguo y afloraron expresiones ignoradas. Verte como fuiste sintiendo como surgían los rostros que desconozco aunque no me son del todo ajenos porque están por debajo de tus gestos como una sombra sosteniéndote. Y ese corredor por el que te pierdes y te reencuentras mientras busco tus huellas en mis manos las memorias de tu tacto por mi cuerpo. Un sonido amarillo y polvoriento sordamente desdibuja la distancia que nos une. Mientras tú duermes velándote temo a un abismo emboscado aguardándonos y lloro esperando que regreses sin atreverme a tocarte solo y mudo junto a tí.
Desde los íntimos cristales de tu carne
Desde los íntimos cristales de tu carne se levantará un espejo inverosímil y será un mundo intuido o soñado creado por la magia del reflejo poblado por la distancia de tu olvido por las certezas de tus manos conteniendo la respiración verás un rostro que ya no será el tuyo Te perderás engañado en su reflejo hecho de desordenes y gestos acaso soñado por alguna necesidad del desconocido que desde él te mira sentirás un rumor mineral de arena resbalando sobre un nombre es el ruido de tu tiempo al irse lentamente como una evocación desesperada Una palabra arde en algún sitio alumbrando el saber de un libro cerrado y oculto para siempre conteniendo sólo un signo la cifra de tu destino y el futuro vestigio de tus horas su cansancio el aroma del amor derramado
Apolo o quizás Dioniso luces comedidas o formas vagas silencios de piedra sobre el ruido de un cuerpo como una noche apagada lentamente como un renacer de miradas que están en nosotros imprecisión de contornos desgastados huellas de unos hombres atrapados sometidos por el azar y la fuerza de la necesidad. Una mirada puede ser más que una mirada y unas ruinas algo más que escombros porque en nuestra memoria está contenido su olvido. Habitamos un espacio impreciso un escenario voluble enmarcado entre días y noches quemados por el amor o el deseo nos elevamos como una plegaria y revivimos gestos ancestrales de la carne sin saber que renovamos antiguos misterios y que a veces los dioses son por nosotros.
La aurora perdió sus rosáceos dedos
La aurora perdió sus rosáceos dedos entre las grises nieblas de nuestro tiempo las columnas se horadaron para ser chimeneas y caídos los muros de las ciudades el ágora se extendió por el mundo y ya todo lugar es un posible mercado. Remoto y oculto tras el fasto de los cultos y el griterío de nuevas hordas y la guerra inmanente y plural el altar erigido a Zeus en Pérgamo cifra toda la memoria de la destrucción o el dolor humano. ¿Acaso las ambiciones de un tirano merecen una sola gota de sangre o las lágrimas de una madre? Para qué servís oh dioses con vísceras humanas sumidos en los museos del olvido, qué aguardáis aún...
Huyendo del vértigo de un tiempo plano
Huyendo del vértigo de un tiempo plano resbaladizo emanaciones del pasado de la tierra enterradas para que por su boca hable un dios ¡oh sibila! anunciando el futuro oscuramente designios vagos contra el azar sueños como laberintos presagios cargados de razón oráculos que te atañen. El minotauro acecha y tu serás Teseo oirás el canto de las sirenas atrapándote la esfinge te destruirá porque te eres extraño aunque Apolo te avisó: Conócete a tí mismo pero tu destino y hasta tu presente ignoras y no has llegado a comprender quienes eres. Déjate guiar por el tirso de Dioniso y encontrarás tu claro en el bosque creado para que goces en los brazos de ella mientras invisibles bacantes danzan rozándote. Los misterios inviolados son todavía recientes y te aguardan para que tu destino sea insigne.
Se hizo el bronce para ser carne inmortal y fuego de pasiones anudadas al destino contra las cenizas del tiempo. Se creó para darle un cuerpo a los dioses, para que se cumplieran sus designios y tú, oh mortal, supieras de la eternidad. Yacían los metales enterrados hasta que un fuego prometeico los despertó y alguien los transformó para ti. Quien pudiera volver a tejer las estatuas divinas y elevar nuevas columnas con el humo de la piedad mientras las libaciones se derraman y vuelve a la tierra el fruto de la tierra. El mar devuelve a veces lo que ya no nos pertenece: sucios trozos de bronce sumergidos en una noche.
Una cadena de días y noches como el tablero de ajedrez donde nos la jugamos la vida. ¿Qué espacio es ese? estático, mágico, confuso Como un sueño congelado la carne. El sentido que desgranan los días se pierde por las alcantarillas de la noche Ambiguedad de ser desde antes el alma. Las miradas se queman en ceniza y de los espejos fragmentados rebrotan los gestos y se encienden los fuegos y se te convoca. La música más elemental suena, escucha como susurra tu pecho latido tras latido como si fueras arena en un reloj
Porque hay piedras que guardan un sentido aunque son formas rotas, antes fueron ideas y luego fluyeron llenas de sangre en la carne de los modelos y por las venas de los maestros. No hay ruinas, solo los efectos del ácido del tiempo los avatares del olvido obras hundidas en un mar totalmente negro. La luz, la vida, vuelven. Hay un retorno de estaciones de silencios de miradas de otros labios que dicen las mismas palabras de otros cuerpos que repiten los mismos gestos todo dentro de un espejo a la deriva como un pozo contra las ruinas desde otras ruinas espacio sin mas dimensiones que las del tiempo solo memoria y luz.
Desde la bruma ese espacio hecho con desierto y rotos cristales sucios En la distancia inverosímil que mide el reflejo doloroso de un espejo de carne enamorada Hay silencios de verbos porque carecen de sentido porque son la cárcel del presente Miradas que llegan desde dentro cargadas de futuro signos de un enigma compartido Fluyes en un imán que me sostiene como una roca mágica contra las aristas de la bruma Talismán que vibras en medio de la noche lanzando los gestos que más me conmueven surgiendo desde dentro de mí mismo ERES Contra los desiertos tu invocas al alba que me aguarda mientras sueñas dentro de mis sueños y huyen los negros cristales como pájaros y seguimos enamorados luchando sin derramar una palabra
Antiguas alquimias de plata viva amalgamas de mercurios y azufres sobre rostros carcomidos ¡oh distancia de lo elemental! Parpadeos de llamas oscuras sobre papeles manchados secretas plegarias palimpsestos sobre los que reescribirnos Azufre ardido en el súlfuro de lo negro mercurio roto de los espejos blancos sales perfectas para congelar al tiempo De las miradas polvorientas surge el fuego y se esparce por el aire como el amoniaco ahogándonos para siempre en un coagulo de luz visceral La mirada es esa sangre lechosa imperceptible rodeando desde su centro los limites porosos ávida derramando cuanto absorbe sin parar
Va rotando el tiempo espiral arriba espiral abajo hoja a hoja se nos caen los aniversarios por tu piel las huellas como hojarasca de mis labios un viento nuevo por los rescoldos ascuas en los labios en la mirada ardores y por dentro el eco de mi cuerpo en llamaradas desbordado en tu mano el mundo en la mía solo tu mano en tu pecho mi corazón en tu corazón mi canto silencio todo en silencio como gestos insinuados bajo nuestro mar encendido
Sé que nunca olvidarás el fuego entre mis brazos Sé que habrá otros amaneceres y otros abrazos y mi corazón se derramará entre la ternura de tu cuerpo Sé que fluye el tiempo como una herida luminosa en la noche heridos por los místicos puñales lunares y mi mano entre tu mano y mi pecho contra tu pecho y mis labios hacia tus labios conteniendo la vida sosteniéndonos pronunciando una palabra mágica mientras somos elementales como el vidrio como el trigo como el cuerpo aliento y luz bajo nuestras estrellas
Los juegos de palabras, el ardor de los espejos, los espejos, la sombra de los cuerpos en las noches de luna llena, los círculos de los recuerdos, el mar, los metales, la alquimia, la textura de la música, los arrabales de calles nocturnas de gentes noctámbulas, las montañas donde las rocas gesticulan almenas, los árboles en la raya del horizonte que se sueñan quimeras, el ardor de las brasas, el abrazo del agua, las grietas de la realidad, el lento empuje del tiempo que no sólo deja sus huellas en las fotografías, las montañas que ignoran ser fronteras en los mapas, la ignorancia que sabe a olvido y nos envuelve, la vida que confluye en nuestro entorno, los escritos que no leemos, los paisajes que no hemos pisado pero que sentimos que existen, el alba que exhala algo eterno, los planetas, los laberintos, el fuego secretamente mudo que encierra el carbón, las huellas, los parajes que el viento temporal va lamiendo como a nuestro cuerpo, los pasos del tiempo entre el sueño y los sueños, el color ensangrentado del ocaso, las nubes que fingen olimpos y literaturas, el despertar con ese sabor a huida, a algo que se nos pierde, los volcanes, sueños terrenos de ser estrella, los abismos del mar, donde viven fantasías que nadie se atreve a sacar a la luz, la ceniza que alberga muertes y esperanzas, el hombre que no entiende la inmoralidad de la naturaleza, el mar arrogante que devora a los hombres, el hombre que juega a crear leyes en el aire y a infringirlas, los rayos que gritan tan fuerte que ciegan, las mentiras compartidas, la ciencia que esconde su vergüenza bajo las fórmulas y las máquinas, la guerra que obliga a los hombres a interpretar una tragedia y los devora, el frío y sus fuegos inversos, el amor que se busca para encontrarse y el que se busca para perderse, las leyes que no impiden la gangrena pero donde la violencia es legal, el arte que diviniza al hombre, el trabajo que abreva de la sangre de la vida, la religión que vende paraísos y promete esperanzas y jueces y cárceles para convencernos de que el mundo es perfecto, la prostitución de la ciencia, la hipocresía diplomática, la reducción del hombre a ciudadano, los ecos de las bombas, los muertos por las balas, las horcas, las guillotinas, los calabozos y el mal, la uniformidad, las utopías manchadas de sangre, los hábitos con restos de esperma, los que ordenan, los que obedecen, el poder y la impotencia, el deseo que aprieta y obliga, la necesidad de creer y las necedades que inventa, el olor de las carnicerías,la libertad de presión, la ambición, los presos que se ignoran, las libertades condicionadas, los profetas de la historia, la fe en el progreso, los que creen que no obedecen, la impunidad de los mayores delitos, el oficio del verdugo, la verdad que exige fe, la moneda que aplaca la conciencia, los que se fingen aun en soledad, el miedo que da risa, los laureles, el tedio, la voz que se atribuye al diablo, el olor de la pólvora, la vergüenza ajena, el humo, la inutilidad, el oro, el sufrimiento que es una forma de vida, la enfermedad, la nostalgia, el cansancio de ser hombre...
Todo se vuelve pequeño cuando nos habita el dolor y todo y todos se alejan mientras la distancia se nos impone como la soledad como la ausencia como una muerte. Todo y todos se nos mueren mientras se nos caen los párpados azules.
Javier Espada