Sobre la Libertad


Del terrorismo

En primer lugar quiero dejar claro mi apoyo a todas las victimas de esa banda de mafiosos, llamados generalmente terroristas.

Los terroristas son idealistas de la peor especie, pues carecen de ideas y en su lugar sólo tienen una ideología, y además son uno de los ejemplos más dolorosos de la estupidez humana.

Pretender lograr beneficios políticos a costa de atentar contra los derechos humanos, pervierte de tal modo sus fines, que les quita todo posible valor: ni el fin justifica los medios ni vivimos en una dictadura que impida ser politicámente libres.

Aunque no es precisamente la libertad lo que pretenden los miembros de una secta, sino la fé ciega en los ideales que se les inculcan, que no exista ningún tipo de diálogo salvo el del terror, que no existan ni la posibilidad de opinar ni de disentir. En definitiva, que no exista; el otro.

Los terroristas son unos miserables, pero no son los únicos, en esa categoría se codean con quienes les apoyan y comprenden, así como con los terroristas del Estado. Ser miserable es ser pobre pero mezquino, y no creo que haya nadie más pobre que quien carece de lo más elemental, quien no tiene ni siquiera dignidad, ni más mezquino que el incapaz de ver la dignidad en los demás.

Acabar con este horror que degrada la condición humana exige valor, justicia y reflexión, pero sobre todo cultura, entendida como civilización.

La violencia suele ser el argumento de quienes carecen de argumentos, frente a la violencia se debe imponer la Razón: desde aquí les pido que razonen, que sean seres humanos. Nada más.


Sobre la censura en Internet

La censura y la democracia siempre han estado contrapuestas: donde hay regímenes totalitarios, se censura, por contra donde hay democracia se respeta la libertad. Este es un buen indicador, junto con el respeto a los derechos humanos, para reconocer la salud de cualquier régimen político, no debemos olvidar que la democracia siempre implica un intento por mejorar...

Los totalitarismos (aclararé que en este grupo incluyo al fascismo, a las dictaduras de derecha, a las dictaduras llamadas del proletariado y a los fundamentalismos religiosos) se caracterizan por el desprecio y la sumisión de los individuos: no existe la posibilidad de disentir públicamente, y en muchos casos eso implica la imposibilidad de vivir con dignidad. En estos regímenes políticos tan solo se considera mayor de edad a la casta dirigente, el resto de la población carece de la posibilidad de ser adulto y responsable, y si intentan comportarse como tales, existen leyes, jueces, verdugos, policías y gente dispuestos a reprimirlos.

Yo podría desear que se censuraran todo tipo de ideas antidemocráticas, pero eso no sería democrático. Por lo que respecta a las ideas xenófobas, racistas, sexistas,... para eso están las leyes, basta con que se cumplan.

En el caso de Internet el problema tiene otras connotaciones porque Internet no enlaza solamente redes y ordenadores sino que sobre todo enlaza culturas e individuos concretos. Pero además el hecho de que está red, que se autodenomina telaraña mundial -world wide web- haya nacido en los EE UU no les da ningún derecho a sus políticos (¿por qué nunca están a la altura del país que gobiernan?) a tomar decisiones que afectan a terceros países, aunque la injerencia en los países sudamericanos, por ejemplo, haya sido una práctica que costo miles de muertos, miles de torturas, miles de violaciones... Resulta patético que los dirigentes conservadores estadounidenses sigan intentando preservar sus ideales sobre el bien, y además peligroso.

Puestos a censurar, yo les invito a que en lugar de atentar como siempre contra la libertad (y que nadie se lleve a engaño: todo es comenzar), sean más originales y lo hagan contra el flujo de dinero por la red, por que eso si que es algo que pervierte el espíritu de Internet, como el tiempo terminará por demostrar.

La tolerancia no sólo es una virtud privada, además es la condición indispensable para que exista una democracia real. No creo necesario recordar los conflictos generados por la intolerancia, basta con leer la sección de sucesos de cualquier periódico o consultar cualquier libro de historia.

La libertad, como la vida, conlleva riesgos, aunque no afrontarlos sea, probablemente, el más peligroso de todos...

Javier Espada